sábado, 5 de enero de 2008

El mundo por encima de las nubes

El autobús comenzaba las primeras curvas, acababamos de dejar atrás el valle seco, amarillo y lleno de milpas y nopales, adentrándonos en las montañas que habiamos visto acercarse poco a poco desde la lejanía.

Con ellas empieza el bosque, casi instantáneamente, muy tupido y oscuro, el contraste con el valle es muy fuerte. La luz de la tarde que antes se reflejaba en todo el llano, llenandolo de luz, ahora se la tragan los árboles. Subimos por la ladera este, lque nos tapa el sol y la vista.

Hace un rato que nos preguntamos cuánto falta para llegar, los mexicanos te dicen que vas a tardar tanto y luego tardas un ratote más. La subida es interminable, las curvas intensas, nos meneamos horrible en los asientos.

De pronto casi coronando la montaña, cruzamos al lado del sol y me asomo a la ventana del otro lado, lo que veo es increible:

-¡Corre clarix, ven a ver esto!-

Clara, Manu y yo no dabamos crédito a lo que estabamos viendo. Los tres con la cabeza fuera del camión, alucinando. La vista al otro lado de las montañas era pura magia, el sol bajaba anaranjado, poniéndose sobre un mar de nubes. Las montañas atrapan a lo largo del día las nubes que suben desde el Pacífico y las acumulan para ofrecer un paisaje bellísimo y distinto cada atardecer:


Alucinando, apenas reaccionamos cuando el conductor nos avisa:

-San José del Pacífico, su parada-

Nos bajamos a toda prisa, olvidando el saco de dormir de Clara, su neceser y la mosquitera que Kuini me dejó (lo siento bella). No importa, estamos en el único lugar en el que queremos estar, ¡Un puerto de mar a 2700 metros de altura!

Bueno aqui me quedé, tengo que dejarlo porque seguimos viaje, ya con los papis. Otro dia hablaré de Cata y su casita de cuento y de como se detiene el tiempo por allí...

Feliz año a todos y sobretodo mil gracias por ese regalazo en forma de cuaderno, que hay que ver como os portais conmigo, se me parte el corazón. Cuidaros muchisimo bell@s!


Os quiero (mucho)